Niña leyendo

Niña leyendo

jueves, 28 de marzo de 2013

Una historia en el Metro

Fui de visita al Zócalo, me transporto en metro, porque es más fácil, rápido y económico. Subí en un horario relativamente relajado, había espacio entre pasillo y pasillo del vagón.
Me extrañé un poco, casi no he viajado en el metro últimamente, pues uso mi Chevy para ir a trabajar; pero esta ocasión lo ameritaba, ir en carro al centro es verdaderamente ¡imposible!
Y no es que me moleste ir en el metro, al contrario, creo que mi mamá siempre que salíamos a algún lugar utilizábamos el metro, bueno, en ocasiones, si llega a ser molesto después de todo, porque en la hora "pico", se vuelve como un sauna, un hervidero de gente, y un mezcla de olores y sensaciones, pero ese día mi objetivo era ir al centro, al zócalo del Distrito Federal, me puse mis audífonos mientras pasaba de estación en estación, pero no pude evitar ver lo que siempre hay dentro de los pasillos, vagones y estaciones del metro, con o sin gente, caluroso o fresco, apestoso o perfumado y es la pobreza, por todos lados se respira la pobreza, y ésta acompañada de sus hijas predilectas: las adicciones y la miseria.
Me llamó la atención un joven, que esperaba que llegara el metro en la misma estación que me encontraba yo. Lo observé a la distancia como quitándose o acomodándose la playera, dejando brevemente al descubierto parte de su espalda. Pero al poco rato coincidimos en el mismo vagón, yo traía mis audífonos, pero alcancé a observar que el chico pasó junto a mí con su espalda totalmente desnuda esperando llegar a la siguiente estación, recordé que era el chico de hace rato, no pude evitar ver su espalda, marcada por su oficio, yo diría que también por la vida que le ha tocado vivir; tan joven, y su espalda muestra tal vez, que vivió en una familia poco o nada amorosa, o que tal vez ha vivido en la calle y aprende de los otros adictos a sobrevivir, para que al otro día, se recueste en su cama de vidrios y reciba algunas monedas para medio comer o volar, y repetir lo mismo una y otra vez hasta que su cuerpo esquelético le diga: hasta aquí llegaste.
Ese es el panorama entre tanto que se observa en el metro, o tal vez exagero y lo haga por gusto, no lo sé, no creo que alguien quiera lastimarse física y moralmente por gusto. Me gustaría que esos políticos, que presumen interesarse por los "mexicanos", se den una vuelta por estos y otro lugares donde se respira pobreza, miseria, hambre, adicción, indignidad, y hagan algo verdaderamente útil y ayuden a esta gente a recuperar su vida.

jueves, 14 de marzo de 2013

Hablemos de lo inevitable

Hola amig@s, saben? esta semana estuve trabajando con mis niñ@s del Jardín, la actividad de Hablemos de lo inevitable,  la muerte. Dentro de las actividades, como siempre el apoyo de los libros es maravilloso, pero este libro en verdad me llega, en verdad me estremece y no puedo contener el llanto, y es que aunque es un libro infantil, la temática de la muerte de la mascota de la familia, la forma de meterte en la historia, a mí me mueve, me entristece. Los niñ@s entienden, dicen: -"ah" y expresan sus sentimientos, sobre todo los que ya han pasado algo por el estilo y los más tímidos al observar y escuchar esto, van comprendiendo que ellos también pueden expresar sus ideas.
Este libro se llama Yo siempre te querré, el autor es Hans Wilhelm, la historia, las imágenes te llevan a sentir,a vivir cada instante, aunque breve, de lo que la perrita Elfi y su dueño, un niño pasan, viven y sufren, en sus últimos días y lo más importante, decir a los seres que amas: Yo siempre te querré.
Les pedí a los niñ@s, que pensaran qué le dirían al niño, en esos momentos de tristeza al perder a su perrita, y la verdad es que ellos tienen cada ocurrencia que todas resultan ser válidas: "tranquilo", "no llores", "te voy a comprar otra perrita", "la virgencita la está cuidando", "te queremos mucho", etc. De verdad que trabajar con los niñ@s preescolares es maravilloso, con su alma pura e inocencia, y a la vez se está reforzando los valores como la empatía, el amor. Saludos  :0)


miércoles, 6 de marzo de 2013

Niños lectores: un compromiso docente


Les compato algo de lo que menciona Emilia Ferreriro sobre los libros y lectores en un artículo que leí  Leer y escribir en un mundo cambiante de la misma autora. Y es que lo libros están ahí para nosotros los lectores.
"Un libro es un objeto en busca de un lector, y no puede realizarse como objeto cultural hasta que no encuentra un lector. Ese lector es muy mal caracterizado cuando se lo define simplemente como un cliente. Se puede comprar una colección de libros para exhibirlos en la sala de recepción de la casa o en el estudio profesional. Esos libros siguen siendo objetos incompletos: bibelots sin intérpretes. El libro se completa cuando encuentra un lector-intérprete (y se convierte en patrimonio cultural cuando encuentra una comunidad de lectores-intérpretes).
Por eso es tan singular la tarea de un editor: no solamente debe producir un objeto tan cuidado y acabado como sea posible, sino tener conciencia de que tal objeto, por más cuidado y acabado que sea, será siempre incompleto si no encuentra "el otro"/"los otros" que le darán completud. Ese "otro" (esos "otros") deben ser lectores."
Esto me lleva a pensar que en la escuela, uno como docente va a invitar, "seducir" al niño para que se conviertan en lectores; en los Jardines de Niños que tenemos la bendita fortuna de contar con la Biblioteca de Aula y Biblioteca Escolar hay una inmensa posibilidad de atraer el interés del niño hacia los libros, en lo personal me gustan del género literario, pero los del género informativo pueden brindarles muchas experiencias significativas a los pequeños, ampliar su panorama, conocer lo que sucede en otros lugares, incrementar su vocabulario, conocer las "diferencias" y aceptarlas como parte del respeto, tolerencia. Conocer lugares, personas y formas de vida iguales o distintas a las suyas, etc.
Los escritores de todos estos libros con los que me he topado muchas veces en el aula, realmente crean algo maravilloso, lúdico, didáctico pero también "placentero".